Los bancos centrales europeos ponen fin a su acuerdo sobre el oro que
concluyeron en 1999 en Washington y que tenía como objetivo coordinar las
ventas del oro. La tendencia de las últimas décadas, cuando los países
europeos, con EEUU en la vanguardia, activamente se desprendían de este metal
precioso en el altar del dólar, ha cambiado en dirección opuesta.
A finales del primer semestre, todos los bancos centrales del mundo
compraron 374 toneladas de oro, marcando un verdadero hito. Los mayores
compradores del metal precioso fueron los bancos centrales de Polonia, Rusia,
China y Turquía. De esta manera, protegen sus reservas de oro y divisas
de los riesgos asociados con las acciones de los reguladores financieros de
EEUU y la Unión Europea, así como de la incertidumbre geopolítica. Los expertos
están seguros que el oro se convierte en “una garantía absoluta contra los
riesgos legales y políticos”.
¿Pero cuando los países se desprendieron del oro y cuáles fueron las
razones?
“Dólar: nuestra moneda – vuestro problema”
El abandono del patrón oro comenzó en 1944. Hace 75 años, en la ciudad de
Bretton Woods, en el estado norteamericano de New Hampshire, delegados de 44
países acordaron crear un sistema monetario mundial: el dólar estadounidense se
convirtió en la principal moneda internacional. Su tasa fue fijada con las
reservas de oro de Estados Unidos, que en ese momento eran casi el 70% de todas
las reservas del mundo. El precio del metal “amarillo” se fijó en 35 dólares
por onza troy. Los países miembros mantenían sus reservas principalmente en
forma de oro o en dólares, y tenían el derecho de vender sus dólares a la
Reserva Federal de Estados Unidos a cambio de oro al precio oficial.
Pero con el tiempo resultó claro: en el contexto de la creciente inflación
y el déficit del comercio exterior, EEUU no fue capaz de mantener la paridad
del oro en el nivel establecido durante mucho tiempo. La situación fue agravada
por los gastos de EEUU en la guerra de Vietnam. La caída del sistema Bretton
Woods fue inminente: generó problemas como el dilema de Triffin, el creciente
déficit comercial de EEUU, que puso en tela de juicio el uso del dólar como
moneda de reserva en el sistema financiero internacional.
El entonces ministro de Economía y Finanzas de Francia, Valéry Giscard
d’Estaing, abiertamente llamaba el sistema de Bretton Woods “un privilegio
exorbitante” para los estadounidenses. Los países europeos no estaban
dispuestos a continuar pagando las emisiones incontroladas de EEUU. Durante su
famoso discurso el 4 de febrero de 1965, el entonces presidente francés Charles
de Gaulle dijo:
“Por qué habría de permitírsele a los países más ricos del mundo
monopolizar los beneficios de la creación de reservas internacionales para la
financiación de sus propios déficits? ¿Por qué habría que participar el Banco
de Francia en la financiación de las políticas de los EEUU, políticas en las
que Francia no tenía voz y con los cuales podía estar en completo desacuerdo?”.
“El hecho de que muchos países, acepten como principio que los dólares son
tan buenos como el oro, conduce a los estadounidenses a endeudarse de forma
gratuita a expensas de otros países. Porque lo que EEUU debe, lo paga, al menos
en parte, con un dinero que solo ellos pueden emitir. Ante las graves
consecuencias que se podrían desencadenar en caso de una crisis, creemos que se
deben tomar medidas a tiempo para evitarla. Consideramos necesario que el
comercio internacional se establezca sobre un patrón monetario indiscutible, y
que no lleve la marca de un país en particular. ¿Qué patrón? La verdad es que
no se puede imaginar otro patrón que no sea el oro!”.
La imposibilidad de EEUU de hacer frente a sus compromisos de
convertibilidad monetaria, desató en 1968 una verdadera fiebre del oro. Y la
empezó de Gaulle quien decidió exigir a EEUU cambiar el oro por los dólares
acumuladas en el Banco de Francia, algo que garantizaba el acuerdo de Bretton
Woods pese a sus desventajas. Fue inminente que otros bancos centrales del
mundo empezaron a exigir lo mismo: devolver dólares a EEUU a cambio de oro.
Pero EEUU no planeaba resistir.
“El dólar es nuestra moneda y vuestro problema”, dijo una vez en broma el
secretario del Tesoro de Nixon, John Connally. Pero parece que no era ninguna
broma. A finales de julio de 1971, las reservas de oro de Estados Unidos habían
caído a un nivel muy bajo. Como respuesta, en 1971 Richard Nixon instauró el
famoso “Shock económico”, cancelando unilateralmente los acuerdos de
Bretton Woods y suspendiendo la convertibilidad directa del dólar
estadounidense con respecto al oro. Asimismo, Nixon impuso un arancel temporal
de 10 %, forzando al resto de los países a revalorizar su moneda. Cinco años
más tarde, en la conferencia de Jamaica de 1976, el nuevo sistema financiero
fue establecido oficialmente.
Política deliberada de contención del oro
Expulsar el oro del mercado financiero y frenar la subida de los precios
del oro con el tiempo se convertiría en el objetivo principal de EEUU. Lo
comprueban las estenografías de la reunión entre el entonces Secretario de
Estado de EEUU Henry Kissinger y sus asistentes, publicadas en el sitio web del
Departamento de Estado de EEUU:
“Mr. Enders: Sr. Secretario, es una oportunidad, debemos tratar de negociar
y avanzar hacia una desmonetización del oro, para comenzar a sacar el oro del
sistema. Va en contra de nuestro interés tener oro en el sistema… Aunque
todavía tenemos reservas sustanciales de oro —alrededor de 11 mil millones—,
una gran parte del oro oficial del mundo se concentra en Europa Occidental.
Esto les da la posición dominante en las reservas mundiales y los medios
dominantes para crear reservas.
Secretario Kissinger: ¿Pero cómo planean hacerlo?
Mr. Enders: Hay otra propuesta, que el FMI comience a vender su oro al
mercado mundial, y deberíamos tratar de negociar eso. Eso comenzaría la
desmonetización del oro. […] También podríamos hacerlo menos interesante para
ellos si empezáramos a vender nuestro propio oro en el mercado, y esto les
pondría presión”.
Así EEUU empezó a desprenderse del metal precioso activamente, para que los
socios europeos hicieran lo mismo. Se vendieron varios cientos de toneladas de
las reservas de oro del Tesoro de EEUU. Después siguieron el FMI y los bancos
centrales europeos. En cinco años en total los bancos vendieron 1,23 mil
toneladas de metal. En los años 80, las ventas se detuvieron y se reanudaron
sólo en los años 90. Así ya en diciembre del 2000, el precio de oro cayó a un
mínimo histórico de 271 dólares. Al mismo tiempo, la posición del dólar
estadounidense en el mundo alcanzó su nivel máximo.
El Fénix dorado
La situación cambió drásticamente después de la crisis del 2008, que fue
acompañada no sólo de una recesión económica mundial, sino también por la
quiebra de las instituciones financieras, que hasta hace poco parecían
indestructibles.
En particular, en febrero de 2008, en el Reino Unido fue nacionalizado el
banco Northern Rock, un mes más tarde el banco estadounidense Bear Stearns fue
comprado por JP Morgan Chase por sólo 240 millones de dólares, aunque un año
antes su valor se estimaba en más de 30.000 millones de dólares, y en el verano
del mismo año, la Reserva Federal de los EE.UU. se vio obligada a salvar a las
compañías hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac. La crisis culminó con la
quiebra de Lehman Brothers, uno de los principales conglomerados financieros
del mundo.
En esas circunstancias, los bancos centrales tuvieron que pensar de nuevo
sobre la diversificación de sus reservas y los activos seguros.
Según la opinión de algunos expertos, el aumento de la inversión en metales
preciosos es una forma de diversificar la estructura de las reservas ante una
creciente incertidumbre del comercio mundial y los mercados financieros. Hay
algunos que consideran este enfoque como anacrónico. Sin embargo, es imposible
no reconocer que en los últimos años, los bancos centrales aumentaron
considerablemente sus inversiones en oro. Aparte de la incertidumbre económica
y política, las sanciones de EEUU contra países como Turquía, cuando la lira
turca cayó en un 20%, o contra China, que se enfrentó con las restricciones y
aranceles sobre sus productos, hizo apostar no al dólar sino a otros activos
más estables. Los analistas dicen que el oro puede ser considerado como un
verdadero “activo antidólar”.
“El oro no cambia su naturaleza: puede estar en lingotes, monedas; no tiene
nacionalidad, existe desde hace mucho tiempo, y está aceptado por todo el mundo
entero por su valor estable. Sin duda el valor de cualquier moneda se determina
por conexiones directas o indirectas, reales o supuestas, con el oro”, dijo De
Gaulle. Y parece que tenía razón.